Sonia Ribas | Ibiza | 14/11/2021

Los empresarios de la náutica Pitiusa temen que las empresas dedicadas a la venta de embarcaciones tengan un año 2022 prácticamente "en blanco", sin poder facturar por falta de stock. La llamada 'crisis del microchip' también está afectando al sector náutico y las entregas de algunos barcos adquiridos se retrasan ahora hasta julio de 2023.

Los responsables de Náutica Ereso confirman que la escasez de suministros se ha notado principalmente en relación a los motores fueraborda de todas las marcas y en algún modelo específico de embarcaciones de recreo. En su caso, aseguran que gracias a la venta de repuestos "estamos trabajando, aunque, si seguimos así, las cosas se pueden complicar".

En esta empresa reconocen que "nunca habían vivido una situación similar" e incluso explican que todas sus previsiones se han desvanecido ya que los importadores tampoco han podido cumplir los plazos en el suministro de material.

“Le echan la culpa de todo a un microchip, pero hay otros problemas añadidos ya que hay escasez de materiales. La madera para la fabricación de barcos se ha vuelto muy cara, así como los tubos de acero inoxidable e incluso las telas para la fabricación de toldos, que dan unos tiempos de entrega brutales. Es como un dominó y este verano ya hemos empezado a sufrir las consecuencias ”, lamentan desde esta empresa pitiusa.

Como también consideran, el creciente costo del transporte de contenedores desde China es otro factor que ha desencadenado esta situación. De momento ya están reservando "y con anticipo" ciertos modelos de embarcaciones que no se entregarán hasta 2023.

"Si antes comprábamos tantos barcos de una marca, ahora nos han dado la mitad", concluyen.

En Náutica Varadero, desde el año pasado también están sufriendo los efectos de esta falta de producción, principalmente en relación a componentes electrónicos y motores completos.

Esperando accesorios Esta empresa, distribuidora de reconocidas marcas en el sector náutico, lamenta que los astilleros italianos puedan fabricar prácticamente todo el barco, pero deben esperar hasta ocho meses para instalar accesorios o componentes electrónicos.

“Los barcos se apiñan alrededor de los astilleros esperando que estén terminados. Ya dejamos las entregas para julio de 2023 y lo mismo está pasando con los repuestos ”, dice José María Gálvez.

Aunque los clientes no lo entiendan, ahora mismo es la única opción posible. Si esperan más, no tendrán el barco ni siquiera para 2023, advierte.

Otro problema añadido es conseguir los repuestos que pueda necesitar una embarcación que esté de paso en Ibiza. Si antes se suministraban con cierta rapidez desde almacenes ubicados en Bélgica, ahora los clientes pueden esperar semanas para conseguirlos.

El presidente de la Asociación Náutica de Ibiza y Formentera, Ramón Díaz, lamenta que esta falta de componentes sea un problema generalizado, motivado principalmente porque China no logra producir todo lo que se demanda, provocando una escasez mundial y aumento del coste de los materiales primos.

Díaz, también responsable de Náutica Viamar, cree que los fabricantes de motores y embarcaciones no pueden hacer frente y "prácticamente el 2022 nos lo vamos a gastar en blanco". Por tanto, las previsiones son pésimas para aquellas empresas que se dedican exclusivamente a la venta de embarcaciones, aunque "afortunadamente en Ibiza hay negocios que también se dedican al mantenimiento y tienen otros ingresos".

Los que solo se dedican a vender barcos van a vivir un año "como el sector del ocio, sin poder facturar nada", insiste el presidente de la patronal. Díaz asegura que, incluso haciendo previsiones y anticipándose a la debacle, "al final nos han pillado los retrasos".

Problemas derivados "Muchas empresas no tienen reservas económicas para aguantar un año en blanco", lamenta el mandatario. Según él, la situación continuará hasta 2023, afectando a otros sectores como el automotor, en el que también hay retrasos "muy importantes" en la entrega de vehículos.

“Desde la Pequeña y Mediana Empresa estamos presionando mucho para que nuestros políticos colaboren en lo que puedan, pero, dado en todos los sectores, no sé si les será posible ayudarnos económicamente”, insiste.

Díaz recuerda que, por norma general, comprar un barco no suele ser una necesidad, sino un capricho e ilusión. «Si hemos pedido diez y nos dan cinco, serán bienvenidos. Como es algo generalizado, quien quiere un barco lo pide y no hay otra opción que esperar, y poco a poco ese tiempo de espera se irá normalizando ”, dice Díaz.

La nota positiva es que, al no tener barcos nuevos, prácticamente todos los barcos en stock se han vendido y este verano las empresas han hecho caja, según concluye.

Marc Torres, de Motonáutica Ibiza, ya advirtió la semana pasada sobre los problemas que supondría la falta de componentes y materias primas en su sector, provocando que no haya mucho stock de “nada” para 2022. “Es un buen momento para comprar lo poco que hay porque, si alguien espera a que comience el año, probablemente no podrá navegar en el 2022 ”, insistió.

Torres reconoció que ya habían visto “indicios de lo que podría pasar a principios de verano porque era extraño que algunas piezas tardaran mucho en llegar o no hubiera motores. Atribuimos esto a un reajuste de la actividad después de la pandemia. Lo que pasa es que va a durar más de lo esperado.

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